jueves, 19 de diciembre de 2013

Reflexiones de la existencia utópica IV

Abrir la herida y dejar que vuelva a sangrar definitivamente es una actitud cobarde. Ignorarte tampoco es la respuesta. Hablarle a mi ego y decirle que cierre el pico es una acción gratificante, porque sé que las estupideces que se me vienen a la cabeza después de algún tiempo ya, son sólo residuos de lo que dejamos, cuando vimos el abismo que nos separa hoy todavía, aquel que nunca supimos como sobrepasar. Llego a concluir lo que concluyo todos los días con la almohada: seguiré...seguir es la acción más sensata.


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Andate...

A los 15, cuando todavía no podía pasar a mi mundo del revés...me faltaba el espejo. Lewis no me conocía, yo tampoco a él, y por lo tanto, no me lo pudo prestar, tal como lo hizo ahora. (Me pregunto, ya que lo menciono, dónde estará el desgraciado. Me queda muy lejos Inglaterra para ir a por él.) A los 15 escribí este pequeño relato inspirado en el libro (fotito más abajo), tratando de comprender situaciones que a esa edad no entendía, y que entiendo menos a medida que voy creciendo, y que mi mente, sin darme cuenta, se va moldeando estúpidamente con el cuco de la lógica. Parece que algunas cosas no hay que pensarlas demasiado.

Querido Nadie
por  Berlie Doherty



"¿Qué mentiras te habrán dicho para que no termines volándote los sesos?...Tener baja autoestima no significa que tengas que buscar la menara de sentirte superior o mejor que los demás...sino que busquemos entre todos la mejor forma de ser iguales, horizontales, compañeros de caminos y, por sobre todas las cosas, humanos...No fastidies mi mundo con tu hipocresía!"



Andate...
¿Por qué a mí?, ¿eh? ¿Qué mierda hice para merecer esto? Siempre soy la culpable de todo, estoy severamente cansada.
De chiquita mamá me decía “Que destino el tuyo, mi amor...” Mi mamá no me trató nunca de buena manera, menos ahora con lo que tengo. Me comparaba con mi hermano todo el tiempo; en cada cosa que yo hacia, “Tu hermano es mucho más inteligente que vos, a él lo felicitan en todo...” (Callate vieja estúpida), me hubiera gustado gritarle, pero yo a ella la quiero a pesar de que no sienta lo mismo por mí.
¡Que pregunta me hace!, es obvio que a José lo echó y le dijo ese mismo día que nunca volviera. ¿Usted cree que algún día lo vuelva a ver?, yo a él lo amo más que a nada en el mundo, y nunca lo culpé por esto. Cuando me enteré, le dije lo mucho que lo amaba. Él me dijo lo mismo, pero noté miedo en sus palabras.
¿Papá?, sí seguro. Papá me abandonó. Para él yo era la nena de la casa, y siempre que llegaba de la escuela... ¿Qué? No, no señor usted está muy equivocado, a la escuela nunca la pude seguir. Imagínese, las personas que decían ser mis amigas, se empezaron a alejar. Jessy, así le decía yo, porque a ella le gustaba. Ella fue la mejor amiga que tuve, hasta que la madre le prohibió verme, me ayudaba en todo, fue lo único fiel y lo perdí.
Tengo miedo, mucho, estoy muy asustada. Es feo estar sola con algunas cosas que sentís y no tiene sentido decirles a tus padres porque sabes que no van a ayudarte. O peor que lleguen a odiarte, por haberle arruinado la vida y la ilusión que tenían de vos.
Yo nunca quise arruinarle la vida a nadie esa noche, solo pensaba en abrazar a José y sentir su cuerpo como las sábanas cuando uno se va a acostar en pleno invierno, con mucho sueño; sentir su boca darme besitos que me hacían cosquillas y sentir que mi corazón latía cada vez más fuerte con cada caricia que me daba; acariciar su pelo, mirar sus ojos, después apoyar mi cabeza sobre sus hombros y dejarme llevar por el sentimiento.
Doctor, quiero que se vaya. De alguna forma sé que usted puede sacármelo, no tengo mucho tiempo, ya le respondí sus preguntas, mi madre vendrá por mí en cualquier momento. Por favor, no se niegue. Quiero que te vayas. Andate, andate, andateeeee!!!!!!!.


¡Hola Doctor!, Tanto ti... tiem..po, que cambiada que es...toy, ¿vio? Me veo mucho más gorda, ¿no?, diga la verdad. No, no… se ría.
Ayyy!!!!!, me duele doctor. Tengo miedo, prométame que no va…. a pasar nada malo.
AY!, Du.. e.. le.. AYYY!!  Dios, ayu....da...me!!!!!!!!!!!.

¡Hola, ¿doctor?, perdone que lo moleste, es que mi madre salió y la nena no quiere tomar la teta, no sé que tiene, es su horario y está algo incómoda, no para de llorar.
AH, bueno, listo, si, ahora mismo le preparo. Mil gracias doctor, por todo, de corazón se lo digo, muchisimas gracias. Adiós.

domingo, 1 de diciembre de 2013

El Pequeño Bichito de Luz

Una persona necesita viajar por su cuenta, no por medio de historias, imágenes, libros o televisión. Necesita viajar por sí misma, con sus ojos y pies, para poder entender lo que es suyo, para un día plantar sus propios árboles y darles su valor. Conocer el frío para disfrutar el calor y viceversa. Sentir la distancia y el desabrigo para sentirse bien bajo el propio techo. Una persona necesita viajar a lugares que no conoce, para romper con esa arrogancia que nos hace ver el mundo como lo imaginamos, y no simplemente como es o puede ser, que nos hace maestros y maestras de lo que no vimos, cuando tendríamos que ser alumnos y simplemente ir a ver.... ♥


El Pequeño Bichito de Luz
en...
La Despedida de La Oruga



Ese día al Pequeño Bichito le habían dado una noticia en la casa de su amiga la Oruga. Ella, que siempre había sido su compañera de camino y su amiga incondicional, ese día le dijo que partía. La sorpresa rodeó todo su cuerpecito diminuto y una mezcla de sensaciones invadió su corazón. Su amiga la Oruga no estaba bromeando.
- Pero, ¿a dónde te vas? –
- A un lugar muy lejos, Pequeño Bichito. Me voy porque es hora de cambiar. En mi cuerpo siento eso que dicen todas las orugas del mundo que algún día llega. Y no te creas que no esté nada asustada. Tengo mis dudas, el cambio es muy grande. –
- Si, me imagino. – dijo el Bichito. Pero no era cierto. En su cabecita llena de antenas, él no archivaba lo grande que era el cambio de su amiga la Oruga. Aunque ella tampoco estaba muy segura de que exactamente iba a pasar, sabía que se tenía que ir. Del otro lado la estaban esperando y debía volar.
- Me pongo contento por un lado, porque sé que vas a ser feliz. ¿Pero y yo que hago, Oruga? Otra vez solo, aunque la selva tenga muchos insectos y haya muchas orugas, no hay Orugas como vos. –
El Pequeño Bichito no pudo evitar decir lo que sentía con un dejo de desesperanza en la voz. No quería que su amiga la Oruga lo viera llorar, pero de cierta forma sabía que eso le iba a hacer bien. Al fin y al cabo, era una despedida. Un duelo, un adiós a cosas que ellos habían vivido juntos. Esos días de delirios que sólo ellos entendían. Esa conexión que el Bichito no había sentido con ningún otro insecto o animal de la selva, sólo con su amiga la Oruga, se iba a esfumar, y tal vez para siempre.
En ese momento la Oruga se levantó, se retorció un poco y se paró sobre la punta de su cola, quedando tan alta como el Pequeño Bichito. Se acercó y lo abrazó y el Bichito la apretó fuerte con otro abrazo.
- No te preocupes que yo nunca, nunca, nunca me voy a olvidar de nada, nada, nada. Y sino fuera porque crecí un año de mi vida junto con vos, hoy no contaría con el orgullo que siento de poder decir que vivimos tantas cosas hermosas, como algunas feas, pero que luego nos reímos. Nuestros caminos se podrán separar por ahora. Pero la vida es tan misteriosa, Bichito, y eso ya lo aprendimos juntos.-
- Tenés razón, Oruga. Comienza una nueva etapa en tu vida y en la mía también. Además, estoy seguro que algún día nos cruzaremos otra vez, de eso que no quepa duda.-
- ¡Por supuesto! Claro que sí, yo voy a venir volando de vez en cuando. No es para siempre. –
Y no había mucho que decir, además entre ellos las palabras a veces no eran necesarias. Las cosas se sobreentendían, quedaban claras. Y no eran muy fanáticos de las despedidas. Por lo pronto dijeron hasta luego, se abrazaron y una vez más y se dijeron tantas cosas lindas. La Oruga comenzó su viaje, despacito se iba arrastrando pacientemente sobre el suelo fuera de la ciudad de la Selva. El Pequeño Bichito la miró largo rato hasta que la perdió de vista. No era un adiós. Era un hasta luego, lo sentía en su exoesqueleto. Ella, tan hermosa como siempre fue, tan radiante de sonrisas y felicidad. Ella, la queridísima Oruga, comenzó su camino para convertirse en mariposa.