jueves, 10 de mayo de 2018

Reflexiones de La Existencia Utópica XVII: Pie Pelota


Se viene el mundial...



  
Charla que sucedió entre dos hombres de alrededor de 60 años en la despensa de la esquina de mi casa, mientras ataba mi bici para entrar a comprar:
Un hombre, canoso, altura promedio (aunque no sé qué es eso), se acerca a una camioneta roja estacionada cerca de la esquina y le grita al otro hombre que se encontraba dentro sentado delante del volante.
- ¡Boca y Perón fueron lo mejor que le pasó a la Argentina! -
Y el otro hombre responde algo que no se alcanzó a escuchar. Luego.
- Sí, lo que más asco me da es que Macri sea hincha de Boca! -
Listo... entré a comprar. Casi $150, un paquete de fideos, pan y 100g de queso. Llegué a casa y me fumé la noticia de que me aumentan el alquiler unos $2000 pesos más. No podía pensar en otras cosas. Y veo el spot publicitario de TyC Sports...
Me quiero ir a Marte con David Bowie. Total desde que tengo uso de razón que en la sociedad argentina no usamos la razón, no nos conectamos con nada, ni con nadie. No hay empatía, somos niños caprichosos, hijos del rigor... Sino te queda claro, andá a la cancha...

sábado, 17 de marzo de 2018

Las Caricias de Una Abuela: hasta pronto



Un otoño más, el placer de ver las hojas de la parra caer. Enormes planchas naranjas sobre la tierra, un colchón de vida que ya no está. Me despierto sobre la suave almohada de plumas, antigua en su reposar en aquella cama de hierro chillón. El sol tranquilo de invierno se cuela con fuerza por las cortinas pesadas, rojas y oscuras. Muevo mis pies dentro de sábanas blancas, perfumadas y limpias, planchadas la noche anterior, así pudiera sentirlas calentitas. Escucho la radio, algún tango a lo lejos, el informativo matutino, alguna voz masculina dando la hora. No salgo aún de la cama; el peso de las cobijas, el aroma a antigüedad, me reciben y contienen. Me levanto, el frío me recorre mi delgado cuerpo pequeño, mis rulos se crispan. Me cambio, voy al baño, frío, muy frío. Las baldosas se empañan con el calor de mis pies. Luego, abro la puerta del comedor. Los sonidos se maximizan. Es como si aquella puerta, siempre lo imaginé, llevara a lugares de misterio, a la infinidad de descubrimientos que tiene el mundo. Y como si me esperaran, allí, aparecían los aromas a pan tostado sobre la plancha caliente de la salamandra, el mate cocido en la taza de metal. Las ventanas abiertas, alguna cortina recaída sobre el postigo. Entro a la cocina y ahí estás, con el delantal; un nudo rápido sobre tus caderas. Me ves y me saludas felizmente con un cálido buen día, tan cálido como las cobijas que me cubrían la noche anterior, tan cálido que los primeros aires fríos del invierno nunca lograron enfriar. Me siento cerca de la cocina de leña, la vieja salamandra, y el calor que emana me hace sentir contenido nuevamente, disipa el frío que siento desde que me levanté de la cama. Tomo la taza, huele tan rico, le ponés leche, un poco. Mojo el pan tostado, se siente suave como se desarma en mi boca. Me preguntás si dormí bien. Te respondo que sí, calentito. Y hoy, justo hoy, que la necesidad de fijar este recuerdo viene a la mente, me doy cuenta que no podía ser de otra manera. Y hoy te vinieron a buscar, de noche, en una hermosa noche. Ellos que ya están en paz, ahora quieren que los acompañes. Y acá me quedo un tiempo más, con ese recuerdo, fijo en mi corazón, en todos mis sentidos, que aunque me los quiten, aunque se apaguen algún día, la marca de tu amor me buscará, me sanará. Gracias, gran mujer de manos fuertes, de mirada ágil y pacífica. Gracias por el camino andado, el cariño que intercambiamos, las verdades y los encuentros compartidos. Gracias por ayudarme a sanar. Gracias por ser mi segunda mamá. Gracias, infinitas, nonna.

jueves, 1 de marzo de 2018

Reflexiones de La Existencia Utópica XVI: sujeto posmo



- Prender fuego a todo no es la solución-
- ¿Por qué no?-
- Después quedan las cenizas de lo que quemaste, el aspecto es más reducido, pero más feo, sucio, incómodo que antes, cuando era aquello que te molestaba, que odiabas, que venía de afuera; porque te creíste que la mierda venía de afuera. –
- ¿Y qué hacés con tantas preguntas? ¿Con tanto dolor, con tanta bronca? Qué injusto es el mundo. Todo. La gente, ¡qué individualistas! –

A le decía a B. A había contado previamente que había tenido un día de mierda. Había empezado para la raja cuando se quedó dormido e inevitablemente se le atrasó todo. Los horarios que debía cumplir, parecía que se habían puesto más allá del reloj que miró cuando despertó. 11.00 a.m. La mañana perdida, la mismísima caca. Luego había que comer, había que acelerar todo para que alcanzara las 14hs y pudiera cumplir con el siguiente horario. Pero ya estaba todo mal, ya se sentía una mierda, vacío, cansado. Se dio media vuelta, enojado, se volvió a dormir. 16hs. A se había despertado. Debía trabajar. Estaba cansado de vivir solo. Se sentía solo. Y cuando B le preguntó porqué no invitaba a alguien a vivir con él, A le planteó la situación de que no cualquiera sería su compañero de habitación, mucho menos su compañero de cama. Y B pensó que tal vez A estaba siendo algo pretencioso. Al mismo tiempo B sabía que A tenía razón en un punto.

B le contó acerca de la novia que había tenido la semana pasada, la cuál le duró no más de un mes. A le decía que no podía llamarle novia porque eso ni siquiera había sido una relación. Entonces B le preguntó qué era una relación y A le dijo que se tomaba las cosas con anticipación, que él siempre adelantaba los hechos y les llamaba novias luego de haberles hecho el amor unas 3 veces y media. Y B le había dicho que no, que él les daba su espacio, pero que ellas no buscaban lo mismo que él, y se frustraba cuando lo ignoraban, después las odiaba y decía que eran todas putas y lo tildaban de machista. Pero A lo conocía y sabía que no era así, sólo que B la cagaba cuando actuaba con bronca, cuando se creía menos, sin abundancia, feo, recontra feo comparado con los papichulos de las chanchas de fútbol, aunque a A le parecían feos, a él le gustaban los de las revistas de moda o a veces de los catálogos. B estaba cansado de repetir patrones, de salir siempre con las mismas chicas, de terminar siempre igual.

A le mencionó que el fin de semana que le seguía tenía una charla antipatriarcal para deconstruir la masculinidad en los varones. B le dio su opinión y le dijo que eso le parecía una huevada. A le preguntó porqué y B le respondió simplemente diciendo que cada persona es como es y que reivindicar posturas y visibilizar cuestiones íntimas era no aceptarse como uno es, tal cual siente, como viene al mundo a cumplir su función. Y A no entendía nada cuando B hablaba de esas cosas de función en el mundo y el ego y el espíritu. Pero A siempre se sintió cómodo hablando con B y viceversa.

-          No quiero más sentirme así –
-          ¿Así cómo?
-       Así, separado, individual. Siento que constantemente buscamos ser parte de algo que no existe. –