miércoles, 7 de mayo de 2014

El Ser un Humano I





Me dicen por ahí que parezco burgués, que mis ideas son agresivamente creadas en pensamientos fascistas; y yo siempre me pregunto lo mismo y siempre termino con la misma respuesta. Me dicen que estudio el idioma del imperialismo, que las aguas en las que decido bañarme están ultrajadas, son vendidas y compradas, son falsas y llevan a la destrucción. Me dicen que consumo cultura, que miro para arriba y al costado, y no al frente como debería ser, para alcanzar la victoria. Me dicen que le muestro una realidad que no es o que es una mentira a los que tienen la chance de iluminarse con el conocimiento. Me dicen que digo mentiras, y ahora deben estar leyendo y diciendo que digo mentiras. Me piensan como un pensador no comprometido, se muestran autoritarios, ordinarios, indiferentes a mi conducta que dictaminan de hipócrita, de infantil, de inmadura, de derecha, opositora, golpista. Me señalan y me quieren hacer desaparecer, me quieren linchar. Me prohíben decir algunas cosas, y me restringen pensar otras. Critican mi forma de vestir, de caminar, de respirar.
Les digo que mejor se fijen en ellos mismos para crecer. Les pido también que me definan la palabra burgués, les pregunto porqué la usan y en qué contextos, al igual que la palabra fascista, facho, nazi, entre otras. Les digo que estudio inglés porque me gusta el idioma, porque tomé la decisión basándome en cuestiones y momentos de mi vida, en los cuales nunca reprimí nada o discriminé a nadie. Les digo que para mí podrán existir títulos, contratos, potestades, pero que nada es de nadie ni todo es de todos, porque las cosas NO son, no se poseen. Les digo que enseño lo que sé, y enseñar para mí implica mostrar, mientras que él o la que aprende pueda elegir, decidir por su cuenta. Les digo que el conocimiento no es mío, ni tampoco de ellos, sino que es compartible. Les digo que la opinión es la libertad primera y única; la imaginación es el regocijo de los reprimidos; y el suicidio, el silencio de los que deciden callar. Les digo que ser sensible no es ser un pendejo; la falta de sentimiento no existe, porque sentir está en nuestra naturaleza, está en la naturaleza de todo lo que existe y de lo que todavía no también. Les digo que sí, que tengo miedos, porque los insectos tienen miedos, porque los leones también los tienen. Les digo que no me gustaría desaparecer físicamente, ni verbalmente. Les sugiero que no se llenen la boca con discursos falsos, con verdades generalizadas y disfrazadas, porque el mundo se cansa y cuando se cansa, explota, y cuando explota, deja de existir, y la falta de existencia traer dolor, totalmente innecesario. Les digo que me digo todos los días lo mismo que les estoy diciendo a ellos. Les digo que me digo que busco lo que para mí es la verdad. Les digo que me digo que me encuentro haciendo lo mismo que ellos me hacen a mí. Les digo que me digo que paremos. Y sobretodo les digo que nos digamos que siempre es sano elegir amar, decidir, respirar. Les digo que de la única identidad de la que hay que ocuparse en buscar es la que nos identifique por lo que significativamente somos: humanos.

martes, 6 de mayo de 2014

Reflexiones de la existencia utópica V

Es claro que la situación no está clara, para nadie. Sino, que levante la mano él o la que nunca se preguntó si estaba haciendo lo correcto; que me marque el error aquel o aquella que jamás en toda la eternidad de su existencia abstracta y etérea puso en la balanza de la división, la balanza divida por la lógica, toda cuestión, acción, pensamiento, y cada respiro, en la duda de la bondad, de la maldad, del amor y del odio, del dolor y el placer, la vida y la muerte. No existe un solo ser viviente capaz de refutarme tal argumento, porque no es un argumento cuestionable, sino la única verdad: la verdad que clama a la verdad de que no existe la razón y, por lo tanto, nadie es capaz de poseerla, porque no se poseen cosas, objetos o no, que no existan, que no sean siquiera abstractos, como el tiempo, al cual le quisimos dar un forma física para medirlo, poseerlo, estrujarlo, abusarlo; cuando simple y entupidamente estamos viéndolo pasar, llevar todo al curso de la única divinidad, él mismo, el tiempo. Le da principio y fin a todo lo que creemos conocer y comprender, y que por ende creemos poseer, porque pensamos que cuando lo pensamos y lo entendemos, lo poseemos y ya no puede cambiar, porque al cambiar se destruye el esquema y tendemos a morir, a suicidar todas las ideas, a desaparecer lo que dijimos antes. Nace la hipocresía, y nace el odio estomacal, porque luego de este surgimiento, vienen las críticas, aparece la figura del juez que dictamina las leyes, las reglas, los muros, las limitaciones, las fronteras, la división, lo positivo, lo negativo, lo que está bien y lo que no, basado, claramente, en una razón que titula de sensata, de lógica y sumamente irrefutable, inderogable, aunque bajo las mantas del tiempo, se convierte en mogólica, insípida, inexistente, innecesaria.