domingo, 27 de diciembre de 2015

Reflexiones de La Existencia Utópica IX: La Maestra del Desapego

Hoy estamos. Mañana no sabemos. Este es un principio que rige en muchas vidas. Vivimos y morimos. La muerte duele, y duele fuerte, porque es lo que más le cuesta liberar al ego, que es nuestra parte que necesita de lo físico para vivir y la inexistencia de este cuerpo nos lleva a la más compleja de las crisis, ya que ni la lógica del ego puede expresar qué carajo pasa, nos desborda. ¿Por qué llegamos a la crisis? Simple. Hemos aprendido mal durante siglos. Cuando surgió el deseo de no morir, cuando quebramos el pensamiento unido al todo, fue el momento en el que las actividades humanas pasaron a sostener una sola cosa, la vida. Vivir. Vivir pasaba por detener enfermedades, prevenirlas. Evitar peligros. El miedo. La NO aceptación a dejar ir. Se iba uno, protegemos al otro, se iba el otro, protegemos más al que viene después. La civilización. La supuesta supervivencia, cuando nos olvidamos de la vivencia.

Ayer una persona cercana a mí ha dejado este mundo. Y una vez más surge el dolor. Sin embargo, es una oportunidad más para los que nos quedamos acá para poder desaprender el apego a lo físico, la vida no es sólo lo que vemos, la vivencia enriquece más que enfocarse en la supervivencia. Hoy me animo a liberar. Hoy elijo vivir en plenitud con mis pensamientos y le digo NO a esa voz que me dice que todo es una mierda, que para qué carajo vivimos, si total morimos, y a los porqués. Porqué esto, porqué lo otro. Mi cuerpo es joven, mi mente está cansada de pensar tantas boludeces. Las lágrimas que decida dejar correr serán el fruto de un aprendizaje. La despedida se convertirá en bienvenida que aleja a los miedos, suprime los pensamientos y reaviva las sensaciones, el sentir. La vida es para eso, para compartir. ¡Gracias infinitas!


miércoles, 16 de diciembre de 2015

El Pequeño Bichito de Luz II

El Pequeño Bichito de Luz
y sus amigas las Luciérnagas
en:
Gracias por mostrarme



Gracias por mostrarme, dejar verme en vos, la importancia de la amistad con una misma. (Merce)
Gracias por mostrarme, dejar verme en vos, el camino infinito del espíritu. (Claudia)
Gracias por mostrarme, dejar verme en vos, la verdadera hermandad. (Sheila)
Gracias por mostrarme, dejar verme en vos, la inocencia más pura. (Gizi)
Gracias por mostrarme, dejar verme en vos, la búsqueda implacable de la felicidad. (Clide)

Gracias por mostrarme, dejar verme en vos, el perdón verdadero. (Nancy)


"Una luciérnaga le pregunta a la otra: “¿Por qué se nos ilumina el cuerpo cuando se hace de noche?”
A lo cual la otra responde: “No tengo ni la más pálida idea”, y le sugirió, “Vamos a preguntarle al Búho”
Así fue que llegaron a la casa del Búho, y lo encontraron, como siempre, rodeado de montones de libros.
“Señor Búho”, comenzó una de las luciérnagas, “Usted que sabe tanto, ¿por qué se nos ilumina el cuerpo cuando se hace de noche?”.
A lo que el Búho respondió: “Queridas luciérnagas, según lo estudiado rigurosamente, cuando absorben oxígeno, éste se combina dentro de las células especiales con una sustancia llamada luciferina y reacciona produciendo luz sin apenas generar calor.”
Luego hubo un pequeño silencio, en el cual las luciérnagas parecían reflexionar, mientras el búho respiraba profundamente con los ojos cerrados. Una de ellas notó que el búho se inflaba lentamente al inspirar, y todas sus plumas parecían relajarse al exhalar.
La otra luciérnaga parecía ensimismada en sus pensamientos. Se podía ver como fruncía levemente el entrecejo. “Oh, eso era nada más” dijo, con un dejo de desánimo en las palabras “creí que éramos más mágicas, más especiales”. “Es verdad” dijo la otra “cuando lo observo a usted, señor búho, quedo impresionada por la forma en la que respira. Me gustaría ser como usted.” “Sí, es cierto” agregó la otra luciérnaga.
Entonces el búho abrió los ojos y las miró, como quién mira lo que realmente es, y les dijo: “Yo respiro al igual que ustedes, aunque con mecanismo distintos, inspiramos lo que necesitamos, exhalamos lo que ya no necesitamos. Y no necesitan ser como yo, porque ustedes ya son, y con su luz a mí me muestran otras formas, me reflejan la importancia de ser, de ser parte de la Selva. ¿Acaso deja de ser un milagro cuando comprendemos cómo se hace?”

Y así las luciérnagas ya no se preguntaron tantos porqués, y simplemente brillaron hasta el fin de sus días."

lunes, 12 de octubre de 2015

Encuentro cercano del pasado




"Hay en el Perú la belleza original del hombre antiguo y primitivo al mismo tiempo; inclemencia y dulzura; de aparente caos primario? Y el interés tan novelable, del hombre en quien las fuerzas de la tradición, directamente vinculada al mito, y el poder de asimilar la maquinaria de la civilización moderna chocan, armonizan, con ese característico ritmo y fuego de los mundos nacientes en que la crueldad y el invencible destino de formar son igualmente profundos". José María Arguedas

Hoy soy un árbol, hija, mirame. Estoy roja como el fuego que me quemaba por dentro.


Hace más de 500 años ya, hija mía, pagando maldiciones. 500 veces 500 serán los dolores de la incomprensión de aquel día, de aquellos tiempos. Nada he visto que hayamos soltado, liberado. Siguen los mismos enojos, la bronca. La falsa integración que te hacen comer cuando aún no has podido calmar las aguas que corren bajo tu propio puente, porque después de 500 años te seguís preguntando de dónde venís, en lugar de cuestionarte a dónde vas. Echas culpas, dictaminas juicios, los malos son de afuera, los buenos son los de adentro. Repartís la tierra, como si ésta pudiera ser poseída, por tu mano o la del otro, la otra sangre, la que se mezcló en el puente. Apartate de pensar solamente en vos, después de 500 años, el Sol sigue siendo el mismo, y la Luna podrá cambiar de colores, pero no se refleja en tus pupilas, oscuras o celestes, o danza en tu pelo, negro o rubio, o acaricia tu piel, blanca o morena. Sino ves la unión, si te ves separada, siempre te sentirás vacía, dolida, iracunda. Alcanza con perdonar, dale un abrazo a los diferentes colores, a los diferentes cuerpos, no odies como lo hizo tu hermano en aquel tiempo, basado en la ignorancia y en la imposibilidad de ver más allá. Aprendé, por lo tanto, de su error, o de lo contrario, te llevará a cometer los mismos crímenes justificados con tu necesidad de impartir justicia engendrada del mismo odio por no poder ver más allá de la sangre, más allá de tu envidia, de los límites territoriales. Hoy sólo espero que reflexiones para dejar todo esto atrás de una vez por todas y simplemente respirar lo que hoy se te ofrece. El dolor es para liberarlo, la tierra te apoya y puede transformar los ríos de sangre para beneficio de otras vidas, tal vez olvidadas, ocultas, pero existentes, presentes en lo más profundo de esos ríos, de tus venas.


martes, 2 de junio de 2015

Reflexiones de La Existencia Utópica VIII: El Peligro de Las Harinas


Al igual que Enrique VIII de Inglaterra...



Lloro…también me hace llorar que escribas maniana…
Decime cuál es el propósito de todo y ahí me ocupo…hay tanto dolor en el mundo..no soy una maquina. Me extraña araña, sabés cómo soy, me conocés…una hoja se cae de un árbol y es razón para estar gris, porque se termina un ciclo….Tengo que dejar las harinas, me hacen mal. Nunca entendiste, ese es el problema.

lunes, 25 de mayo de 2015

26 Hojas En El Árbol




Me tomé el atrevimiento de pedirle al universo los tres deseos en uno, ya que en el instante cuando el calor de la llama comienza a derretir la parafina, lo supe. Supe que era el mismo deseo para las tres oportunidades y pensé, tal vez, que combinándolos sería más poderoso y el mensaje quedaría más claro. Mi deseo fué, es y será que aquellas almas que hoy me acompañan desde donde están, en pensamiento o en forma física, en mi rutina o momentos festivos, en la intimidad o en el trabajo, en el estudio, en el parque, entre mates o revueltitos de verdura, con un palabra o un abrazo, tal vez un beso...siempre estén y sigan iluminando, sigan acompañando, sigan brindandome lo mejor de todas ellas, su luz, su amor y su verdad.

Llegué a los 26.

Haber nacido en otoño es de todas las cosas la sensación más profundamente extraña y feliz. El frío de las hojas en el suelo y los árboles listos para dormir provocan en mí el deseo de fogatas en el hogar y aroma a leña quemada. Antaño habrá sido aquel sentir al mirar por la ventana y percibir la nostalgia de algo que no se explica. La calidez de las personas que me eligen, que eligen darme su amor, brindan cosquillas de calor con sus abrazos, sopas calientes, una caricia entre guantes y camperas.

Mi agradecimiento es infinito, como el universo que me brindó otra oportunidad, un año más. Más anécdotas, más aventuras, menos dolor, menos rencor. Amor, Luz, y Verdad

sábado, 14 de febrero de 2015

El Día de Los Enamorados


Que no se confunda el amor...por favor.
Que ninguna estrella se estrelle y se fumigue.
Que salga el sol y se entierre por siempre.
Que el río sea río y se extienda.
Que el camino sea compartido y respetado.
Que la caricia se congele y perdure.
Que la verdad hable por sí sola.
Que las intenciones sean buenas.
Que las lecciones sean eternas y sabias
Que la luz, sobre todo, se ilumine y se expanda.
Que el color penetre las pupilas.
Que la raza sea una hasta no existir.
Que la tierra nos proteja y cobije.
Que el fuego nos derrita en la cama.
Que el agua nos arrastre y purifique.
Que el aire sea el motor eterno de felicidad y vida.
Y que el amor a la vida sea aquel que dure para siempre y por siempre.

Reflexiones de La Existencia Utópica VII: el Ego



Mi ego se pregunta una vez más... ¿y yo para cuándo?... No sé - le digo - callate que estoy pensando en otra cosa más importante. ¿En qué? ¿Qué puede ser más importante que yo?... ¡Basta! - le grito enfurecido - No tengo tiempo para esto. No me hagas preguntas raras. No tengo la bola de cristal. No sé cuándo te va a llegar a vos. Ya llegará. No seas tan infatíl.
Y llora...y me duele verlo llorar, pero no puedo darle lo que quiere. No es tan fácil. O tal vez sí, pero no tengo muchas ganas de pensar, ni de hacer, ni de arriesgarme. Parece más fácil no tener ganas de nada. Algunas veces sólo parece, pero no lo es. Y el ego lastimado es peligroso, no lo puedo dejar andar por ahí así como así. Se le dá por lastimar a otros, y se queda sólo, más de lo que dice estar. Y vuelve a casa, y llora, y nada lo consuela, y ya es incómoda la situación, peligra la integridad del ser, todo se tambalea, hay grandes desequilibrios. Depende de mí, lo sé, que se sienta mejor, pero es tan exigente a veces, y parece no querer entender. Por ahora sólo voy a darle tiempo, tal vez la paciencia es la materia que debe aprender mejor. Tal vez, porque no quiero pensar mucho.

Reflexiones de La Existencia Utópica (Incompleto)

No me quiero perder en el rebaño, mas sí sobrevolar libre en el viento y alejarme de la garra de lo normal, de una humanidad que no entiendo, de la que no me siento parte...